Project Description
RESEÑA DE LA GALERÍA
El principio es un salto al vacío, una decisión sin retorno dentro de un mundo convulsionado; una apuesta sangrienta en medio de la oscuridad y sus ecos cargados de miedo, sombras que murmuran voces perdidas, que recogen el zumbido de la violencia en contra de nosotras.
En el eco de nuestras muertes aún hay miedo. Cuando digo alguno de nuestros nombres está el miedo. Heridas que mendigan en las noches, somos naufragas en medio de olas verdugas, hacemos llamados al viento, llamados a la nada.
Esta serie de fotografías narra lo que significa la intimidad y su sensación existencial para las personas que hacen parte de la red comunitaria trans de Bogotá; sin embargo, la construcción de este lenguaje visual puede ser leído de una manera universal, no solo por su composición, también por su alta carga simbólica.
Metáforas enmarcadas por la empatía y lirismo de un cúmulo de sensaciones que han sido reprimidas, seres humanos marginados incluso olvidados en su propia naturaleza de existir. Imágenes que confiesan momentos y situaciones intimas, transgresoras, espontáneas y bellas; es un diario que devela sus deseos, sus pasiones, su dolor, su soledad.
El dolor que sienten estas mujeres trans es el medio para crear atmósferas de lazos fraternales, abrazos honestos, posturas frágiles, besos llenos de compasión, de pasión y de amor.
La experiencia personal de cada una de ellas, es el espejo de la puesta en escena de composiciones cinematográficas cargadas de símbolos, de objetos y escenarios dispuestos para la existencia de un lenguaje personal.
Vulneración de la Realidad y de la Libertad.
Las mujeres transexuales es uno de los grupos poblacionales que más sufre por la violencia, continuos asesinatos, maltrato y discriminación dentro de Colombia. La falta de garantías es una constante en los últimos 20 años.
En el 2017 se registraron 96 violaciones de derechos a personas trans, 85 dirigidas a mujeres y 11 a hombres, según el último informe de Colombia Diversa, ‘La discriminación, una guerra que no termina.
35 mujeres trans asesinadas en el 2017 frente a los tres hombres trans que sufrieron el mismo destino. Estas cifras son relatadas por Laura Weistein, directora de la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a personas Trans (Gaat), que lucha por los derechos de la comunidad trans en el país. Es alarmante la situación a la que viven expuestas las personas que integran esta comunidad; existe un subregistro porque la mayoría de agresiones no se denuncian. Muchas quedan en la impunidad, o ellas también han sido objeto de violencia policial, lo que genera miedo al querer hablar y hacer públicas este tipo de agresiones. Según el documento de Colombia Diversa, en el 2017, 30 mujeres trans y 5 hombres fueron víctimas de represión policial.
Pero la discriminación no termina ahí. En ámbitos como el trabajo, la educación y la salud, las personas transexuales también son vulneradas sistemáticamente por las llamadas barreras invisibles que les impiden acceder a ciertas garantías. La consecuencia es una posición de desventaja social y económica frente a otros grupos poblacionales que las confinan en lugares de alta criminalización, segregación, marginación y pobreza.
El estudio en 2018 ‘Línea base PPLGBT’ evidencia que la población transgénero en Bogotá registra un escaso nivel educativo: solo el 7,89 por ciento de mujeres trans acceden a la universidad, frente al 14,29 por ciento de los hombres. El bachillerato solo lo completan un 57,89 por ciento y un 57,14 respectivamente.
En consecuencia la falta de educación y de oportunidades laborales hacen que la mayoría de las personas trans acaben sumergidas en la prostitución o en trabajos precarios.
Los datos que maneja la Fundación Gaat hablan de que el para el 69,1 por ciento de las mujeres trans y el 50 por ciento de los hombres trans, el servicio sexual es su principal actividad profesional.
Además, el 23,7 por ciento de las mujeres transgénero no están afiliadas a ningún sistema de seguridad social; otro problema es el acceso a las transformaciones corporales seguras, se necesita un dictamen de un psiquiatra y la orden de juez para que el sistema de salud cubra esa operación.
La caracterización de las personas transgénero en Bogotá del estudio ‘Línea base PPLGBT’ confirma que un porcentaje importante de esta población pertenece a los estratos socioeconómicos más bajos. El grueso más importante se registra en el estrato 2, con un 57,2 por ciento de mujeres trans y un 42,9 por ciento de hombres trans. Le sigue el estrato 1, con un 15,1 y un 28,6 por ciento respectivamente. De hecho, 5 de cada 10 personas trans en la capital viven en contextos de pobreza con bajos ingresos económicos.
No pueden tener un desarrollo normal y con libertad de su personalidad y de su cuerpo; el rechazo social es radical, la discriminación se hace cada vez más evidente en todas las esferas de la sociedad, incluso, de la población LGBT sufren la más alta taza de violencia y muerte. Sin embargo son las muertes más silenciadas.
Son más visibles y los estereotipos que se les imponen de feminidad son mucho más fuertes; siempre alguien les recuerda que nunca llegarán a esos estándares.
En muchas situaciones tienen que ocultar su identidad de género para mantener sus trabajos o para conseguirlos.
Un estudio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alertó de forma dramática de la vulnerabilidad de estas mujeres en toda la región: el 80 por ciento de ellas mueren antes de los 35 años, asesinadas.
DOLOR Y DESEO
Esta serie fotográfica es una reunión de sentimientos y sensaciones que han sido expresadas y puestas en escena, a partir de testimonios existenciales de 4 mujeres trans; han sido apoyadas por dos amigos de la comunidad LGBTI como actores de reparto.
El miedo ha ser es una constante, el miedo a sentir honestamente sin condiciones y sin señalamientos, es un deseo profundo que permanece solo como eso, no como una realidad.
Carol es una de las madres fundadoras de la red comunitaria trans; su vida ha sido una constante lucha, una zona de guerra por ser quien es. En su mirada y en su cuerpo están las cicatrices que le han dejado esta pelea; mi cámara se convierte en un confidente, en un testigo confiable pero silencioso, que la deja mostrar su deseo, su belleza, su pasión y el dolor que ha sentido por amar y por amarse.
Mafe, Amapola y Sahory encuentran en este proyecto una forma de mostrarse sin miedo, lo hacen sin pensar en las consecuencias, y así se empieza a develar el dolor de amar; la intensidad de sentir la soledad como la única compañera de vida, vivir en medio del rechazo de otras, y de otros, sin que el deseo de ser amadas y valoradas muera.
Han trabajado como prostitutas en la localidad de Santafé, también en canales web sexuales; es allí donde han entendido la naturaleza de la perversión humana; saben lo que significa convertirse en el medio para cumplir todo tipo de fantasías que sacian los deseos más ocultos que puedan tener muchas personas. Así se han convertido en musas, amores ideales para muchos hombres, que las quieren como una propiedad personal, como un objeto con el que pueden cumplir sus fantasías.
Creamos así un juego entre sus miradas, y también las propias, que revelan todos estos estados, combinados con el lazo de amor fraterno que las une como amigas, confidentes y amantes. Todo sucede en las miradas; usamos la técnica de las actrices de cine, toda la expresión la concentran en sus ojos, en la intensidad de los gestos de las miradas, y la fuerza de tener los ojos cerrados. Usan los espejos como el espectro donde se reconocen, se aceptan; entienden sus cuerpos en su constante tránsito. Allí se desean y sienten deseos por otras personas.
La postura que empiezan a tomar sus manos se transforman en conversaciones sensoriales, en símbolos que muestran un sensual deseo. Esto unido a objetos que ayudan a que estas expresiones ocurran: una cama, un sofá, tapetes, espejos, sillas; la penumbra como eje conductor de la luz; tenue, reveladora, cálida, ligeramente obsesiva.
La forma en que usan sus cuerpos es ceremoniosa, rítmica, sutil; cada movimiento es una frase poética, la disposición de las piernas en cada escena, los movimientos de la cara y de los brazos parece que contarán una historia del pasado, y la traen a ese instante, para que sus cuerpos sean el medio de escritura en las esquirlas de los recuerdos.
Hemos nacido de nuevo, y hemos vuelto a morir. En la memoria de nuestra comunidad, entendemos al miedo, sabemos que es la muerte por amor.
Dudar y contemplar lo que fue, soportar lo que nos faltó por demostrar o por hacer; sintiendo siempre miedo por no repetir los sucesos que llevaron a la muerte a nuestras amigas, a nuestras hermanas. Y, sin embargo, buscamos esa intensidad que nos hizo arriesgar nuestras vidas.
Navegamos en el mar de la memoria y del olvido. Los años de nuestras promesas se fueron y no volverán.
Reclamamos nuestra tierra prometida, por un mejor destino, hacia un futuro que debemos vivir ahora, por siempre.
Ser lo que somos anhelando hacerlo en plena libertad es nuestra postura política; nuestro cuerpo y como queremos vernos y expresarnos, es nuestra resistencia, es nuestra proclama.Nos miramos entre nosotras, todo acurre en medio de nuestras miradas; así queremos que nos mire el mundo.