Mi proyecto es una video proyección construida por varías pantallas.  Son narraciones no lineales, frontales y simultáneas, que dan espacio al intervalo como componente gramatical dado a la configuración de la imagen, el espacio “entre”.

En la relación entre las pantallas, o entre algunos cuadros y planos de los dos videos que muestran escenarios y objetos u otros de paisaje, o uno de personaje y otros de escenarios, etc., se da un juego de búsqueda levemente escénico, quizá aludiendo a la presencia o ausencia del cuerpo.

Se propone un escenario dado a una relación temporal no lineal como recurso de aproximación a una noción de tiempo auténtico, o sea, lo que es el tiempo en esencia, un escenario dado a la experiencia del ser, que nada tiene que ver con un escenario físico donde se alternan de manera secuencial el pasado, presente y futuro, como secuencias que se viven linealmente.  Se pone en consideración la voluntad del habitar en el tiempo y a través del tiempo, sin una premisa sistematizada o especializada del tiempo.

La proyección simultánea implica el cuerpo del espectador, no desde un recorrido global a través de la obra, sino desde el habitar la noción de INTERVALO, el espacio “entre”, la zona desde dónde se desoculta la imagen; o sea, el lugar donde ocurre el movimiento – (revisar el primer capítulo de “La imagen Movimiento de Gilles Delleuze”)

Fragmentar el paisaje para asirlo es de cierto modo, hacer evidente que el paisaje se hace “objeto” de escritura en el cuerpo a través de la experiencia – (al ser visto y recorrido) –, se hace pedazos, frases, caligrafía y elemento gramatical; esto quiere decir, que al relacionarnos íntimamente con el paisaje estamos instalando en el cuerpo y por ende en la memoria, una escritura de éste, o sea una señal física, es decir, una marca; por lo tanto, eso que fue paisaje se hace territorio. Territorio es lo que resulta de nuestra incursión y habitar íntimo en el paisaje.

El concepto de duración como TIEMPO CUALIDAD o CALIDAD y no tiempo cantidad, o sea prevalecer “un modo de ser en el tiempo”, traído desde el pensamiento de Henrri Bergson, releído e interpretado por Gilles Delleuze en su tratado sobre cine “Imagen Movimiento”, ha sido principalmente el vector de interés temporal de la obra. En otras palabras, la intención más destacada a nivel temporal fue: buscar y lograr un “tiempo justo”, un “buen tiempo” para cada secuencia, para el desenvolvimiento de la forma a través del cual se aspira a concretar la imagen, pero sobretodo para lograr en el público la testificación de la concreción del ser de la imagen.

El intervalo podría funcionar como el lugar del silencio elocuente, el silencio que dice. El espacio dado al “movimiento”, en sentido filosófico el intervalo es dónde ocurre el movimiento, lejos de la retina, a nuestra espalda, diría Delleuze.

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