Project Description
ORILLAS DEL SILENCIO
En Colombia existen más de 80 etnias; muchas de ellas no existen como etnias, sino como comunidades dispersas a veces hostiles unas con las otras. La homogeneidad es un deseo del estado, de líderes y de antropólogos, pero no la realidad de ellas.
Mi objetivo es crear un acercamiento etnográfico que no pretende recobrar el pasado o reinaugurar el futuro; mi intención está centrada en la investigación por sí misma, en la experiencia de habitar o estar inmerso dentro de las comunidades indígenas del Vaupés; no se trata solo de denunciar o solo de observar. Se trata de proponer una transformación social en conjunto; reflexionar, tratar de encontrar una relación de hibridación que me permita escuchar sus voces, sus opiniones, lo que significa para ellos estar en el mundo, en ese territorio; qué significa pertenecer a un grupo de personas, y si se ven como un grupo étnico, o como una comunidad que tiene un valor ancestral y cultural que a su vez está en una continua transformación ligada al presente que viven las comunidades indígenas en Colombia.
Las comunidades con las que cuento con su permiso son: Caño sangre, Cerro flecha, Cubay, Cubiyu, Yuruparí, Urania, Santa cruz.
La relación que tienen los indígenas del Vaupés con el paisaje es muy importante, porque los define como seres vivos, que se desarrollan en un territorio enmarcado por el río Vaupés. Sus costumbres se construyen a partir de los elementos de la naturaleza, el origen proviene de ella; de las estrellas, del cielo a la tierra, del aire que viaja a través del tiempo; del agua, agua que está en el río como espacio de vida, de limpieza.
Quiero crear imágenes poéticas, un lenguaje onírico, ontológico conectado a los cambios de las etapas de la vida en la región del Vaupés. Crear un lenguaje emocional, directo, que transmita las sensaciones físicas de este mundo indígena; con un tono naturalista acompañado de una intención lírica.
Pensar en rescatar la cultura perdida de las comunidades indígenas nos puede conducir por el camino de la utopía, sin embargo, la herencia ancestral cultural tampoco se puede ignorar.
Hay que entender la situación actual de los indígenas en el contexto nacional y sus problemáticas articuladas con otros sectores de la población colombiana, con los cuales comparten reivindicaciones comunes, imposibles de separar en el proceso de construcción de la nación.
No es posible pensar en la expansión del mundo moderno y los esfuerzos del estado y las misiones para llevar el progreso a los indígenas, bajo la influencia del administrador, del colonizador, más aún del misionero que desconocían dichas culturas; han destruido un sistema simbólico, toda una red de referencias que dan sentido a la vida, que hacen manejable el mundo indígena. En cambio, los reduce a: proletariado, sirvientes, cocineros, peones, malos carpinteros y mecánicos. Gente frustrada y desadaptada, individuos marginales y deculturados, no pertenecen ni a su cultura tradicional, ni a la cultura nacional de un país.
Lo étnico hace referencia a las características de los grupos indígenas y no a su posición dentro de sociedades globales de las que forman parte. En la década del 90, el movimiento indígena había alcanzado un alto nivel de organización nacional logró cristalizar en la reforma constitucional de 1991 algunas reivindicaciones que ya tenían antecedentes jurídicos, producto de una larga lucha.
La develación de la diversidad social y cultural del país hacen parte de una realidad que se evidenció por la estrecha dependencia de las relaciones internacionales y cómo la expansión del capitalismo se lleva a cabo por vía de la imposición de relaciones sociales asimétricas bajo las cuales incorpora vastas poblaciones del mundo; esto produjo que los indígenas deben ser incorporados a un proyecto de nación justa, progresista y democrática.
Los indígenas en Colombia no pueden ser vistos solo como seres inmersos en el pasado onírico; de que forma hacen parte de un país, del mundo, cuáles son las características de su territorio.
Pretendo crear una visibilización a partir de ellos mismos; desde su cotidianidad, sus rutinas, sus propias voces, la manera en que quieren ser vistos y sí ser vistos les interesa. Narro lo que observo, lo enuncio, pero sin cargas prejuiciosas. La interacción es el escenario común que se crea entre nosotros. Reflexionar acerca de la relación de los indígenas con la geografía, con el territorio; lo esencial que es esto. La territorialidad es ante todo el reconocimiento de otros: el estado, los resguardos, otras etnias, las organizaciones de todo tipo.
Desde que lugar me estoy acercando a estas personas; ¿como un hombre blanco, con una mirada colonizadora que quiere contar sus experiencias desde un punto de vista europeizado? tal vez exotizando el carácter y la naturaleza de los indígenas.
Pero su naturaleza es precisamente lo que despierta mi interés es la constante transformación cultural que han sufrido a través del tiempo, la homogenización que han tratado de imponerles; un mapa territorial, una lengua, unos valores comunitarios. ¿Acaso existe una definición de lo que significa indígena o ser indígena?
Sí existe un conjunto de elementos de lo “indígena” que se logran a través de recuperaciones que parten del hecho de que alguna vez existieron.
La identidad étnica como categoría relacional, desde vínculos sociales y no continuidades culturales, puede entenderse como un conjunto cambiante de normas de pertenencia y auto identificación de un grupo social, sustentadas en un real o atribuido origen y conjunto, también cambiante, de tradiciones culturales.
Por ello, la identidad étnica no se sustenta en rasgos culturales sino en relación con una herencia que se transforma en la historia vivida.
En la recreación de una identidad social, de una adscripción particular y distintiva que se ancla en la tradición cultural, inclusive con sus modificaciones por el contacto colonial.
En décadas anteriores, marcadas por la consolidación de las organizaciones indígenas conformadas por diversos pueblos con rasgos culturales semejantes (idioma, vestido, formas de producción, tecnología agrícola, etc ), los indios colombianos habrían construido nuevas categorías de identificación colectiva de contenido político que, ligadas al movimiento: recrean, reinterpretan y hacen operativa la noción de pertenencia étnica y minoría nacional, que reclama el derecho a la existencia cultural.
La etnicidad depende de diferentes órdenes (nacional, regional,
étnico o clasista), de la temporalidad (permanencia de elementos contrastantes), la historia (permanencia o surgimientos nuevos), y los proyectos políticos(las identidades sociales y culturales no siempre son políticas).
Los indígenas están desalojados del tiempo, han sido expulsados del presente; pareciera que están en otro espacio, en una realidad alterna. Están en el pasado; ni en el ahora, ni en el aquí. La experiencia está fracturada, yo siento la responsabilidad de crear una reflexión social actualizada de esta fractura. Lo quiero hacer narrando lo que los indígenas han sido, y lo que son ahora.
Me pregunto por mi origen, si existe alguna razón por la cual nací en este espacio y en este territorio específico; no lo sé, tal vez no hay ninguna razón, tal vez son ciclos aleatorios de la existencia.
Quiero indagar y entender el origen del territorio al que pertenezco, que es también el de otros; entonces, conocer a esos otros, es conocerme también; es pues, definirnos, vernos, oírnos; es saber cuál es nuestra procedencia, nuestra cultura; de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces, cuál es nuestra historia.
Tal vez quiero ser otro, verme como otro, sentir otra vida, su vida; sus experiencias, su entorno, dejar de ser lo que he sido hasta ahora, sin reconocerme, sin identificarme.